Diagnóstico de las enfermedades autoinmunes

Las enfermedades autoinmunes se caracterizan porque en todas ellas el sistema inmunitario se convierte en el agresor que ataca y daña a los propios órganos y tejidos sanos debido a un fallo en su funcionamiento.

Junto con esto, las enfermedades autoinmunes se caracterizan por otro rasgo común que es su dificultad diagnóstica derivada del hecho de que sus síntomas tardan tiempo en manifestarse y cuando lo hacen, resultan inespecíficos. Algo cuyas consecuencias acaba pagando el paciente, que a menudo termina visitando aun buen número de médicos de distintas especialidades y que, con suerte, le conduce a un diagnóstico certero aunque tardío, lo que sin duda provoca resultados más limitantes en los tratamientos que se les aplican desde ese momento.

La dificultad para diagnosticar las enfermedades autoinmunes por el hecho de contar con síntomas inespecíficos, provoca con frecuencia frustración y depresión en los pacientes.

Sin embargo, se da una contradicción ya que el diagnóstico precoz resulta imprescindible en la aplicación del tratamiento correcto que permita al paciente mejorar su calidad y esperanza de vida.

La medicina tradicional en el diagnóstico de las enfermedades autoinmunes

La medicina tradicional sigue una serie de protocolos médicos estandarizados a la hora de diagnosticar enfermedades autoinmunes. Estos determinan qué anticuerpos resultan relevantes para el diagnóstico, los métodos recomendables de detección, los valores objetivos de sensibilidad, especificidad, los valores predictivos positivo y negativo o las limitaciones diagnósticas, entre otros aspectos. Una vez evaluados los resultados obtenidos y hecho el diagnóstico, la medicina tradicional se centra en abordar la enfermedad tratando los síntomas que provoca mediante fármacos, radiación o cirugía.

La medicina convencional o tradicional se sirve de protocolos médicos para llevar a cabo el diagnóstico de una enfermedad autoinmune. Posteriormente se centra en abordar sus síntomas.

La medicina biológica e integrativa en el diagnóstico de las enfermedades autoinmunes

La medicina biológica sin embargo tiene por el contrario un enfoque integrativo, que considera la salud desde una perspectiva global (estructural, funcional, bioquímica y biofísica) y que hace que cuando aparece la enfermedad, se centre en localizar el origen o la causa de ésta para posteriormente devolver al organismo su equilibrio. Para ello, cuenta con un enfoque holístico del ser humano, tratando al ser en su totalidad y aunando el conocimiento más ancestral con el más actual y las técnicas más innovadoras de la ciencia médica.

De igual forma, y esto es algo que comparten la medicina convencional o tradicional y la biológica, ambas apuestan por la prevención como potente herramienta diagnóstica de toda enfermedad.

Dicha prevención engloba, por un lado, las pautas de vida saludables (seguir una dieta sana y equilibrada; practicar deporte de forma regular; evitar el tabaquismo y el consumo de alcohol; evitar el estrés; dormir lo suficiente; etc.) que nos ayuden a mantenernos en buen estado de salud y alcanzar una vejez saludable.

Por otro lado, la medicina preventiva engloba igualmente todas aquellas pruebas preventivas (chequeos, analíticas, etc.) llevadas a cabo en personas sanas con el único propósito de descartar procesos patológicos, antes incluso de que se manifiesten los primeros síntomas. Algo sin duda crucial, por ejemplo, a la hora de detectar y diagnosticar enfermedades autoinmunes en etapas tempranas.

Sin embargo, los chequeos preventivos que lleva a cabo la medicina biológica son ligeramente distintos de los que lleva a cabo la medicina convencional y tradicional. Los primeros tienen en cuenta todos los parámetros que pueden esta afectando a la vida del paciente como por ejemplo pueda ser la toxicidad provocada por elementos externos, mientras que los segundos analizan al organismo en términos principalmente bioquímicos, la función respiratoria y cardiaca.

De igual forma, la medicina biológica concede una especial importancia al componente genético, es decir, a la predisposición genética a sufrir una determinada enfermedad, algo especialmente importante en el caso de las enfermedades autoinmunes, pues si bien no es el único factor desencadenante, en la mayoría de ellas se considera un factor de riesgo.