Hepatitis autoinmune

La hepatitis autoinmune es una enfermedad que se caracteriza por la inflamación del hígado a consecuencia de un fallo en el sistema inmunitario del paciente, que ataca a las estructuras del propio órgano provocándole inflamación y la muerte de las células de ese tejido.

Esta enfermedad crónica y autoinmune es una de las enfermedades autoinmunes con mayor incidencia en la población. En el 70% de los casos, afecta a mujeres con edades comprendidas entre los 15-40 años, no obstante, su frecuencia es baja y afecta solo a un 0,02% de la población.

Síntomas de la hepatitis autoinmune

Los síntomas de la hepatitis crónica son muy variables. De hecho, la mayor parte de los enfermos son asintomáticos y solo descubren que la padecen cuando su médico observa alteraciones analíticas en una revisión rutinaria.

En una parte de los enfermos de hepatitis autoinmune pueden aparecer síntomas similares a los de otro tipo de hepatitis. La inflamación que provoca en el hígado la agresión causada por el sistema inmunitario del paciente, le provocan inflamación abdominal, dolor en la parte alta y derecha del abdomen, náuseas, vómitos, digestiones pesadas relacionadas con la ingesta de grasas, aumento a nivel bioquímico de las transaminasas, pigmentación de la piel amarilla y una fatiga incapacitante que impide al paciente llevar una vida normal.

Los síntomas de la hepatitis autoinmune son malestar general, fiebre e ictericia, así como los característicos de padecer disfunción hepática.

Es común igualmente la hepatomegalia, el aumento del tamaño del hígado, así como otros síntomas como el aumento del tamaño del bazo, especialmente cuando la enfermedad se encuentra en un estadio avanzado. En las mujeres son comunes síntomas como amenorrea, acné facial, hirsutismo y estrías en la piel.

Aunque es menos común, la hepatitis autoinmune puede darse junto con otras enfermedades autoinmunes como tiroiditis, artritis reumatoide, síndrome de Sjögren o esclerosis sistémica.

Ante los primeros síntomas descritos anteriormente, es necesario acudir lo antes posible a un especialista, pues una hepatitis crónica autoinmune sin tratamiento podría derivar en una patología grave como es una cirrosis hepática. Una enfermedad en muchos casos agresiva, especialmente para quienes sufren hepatitis crónica autoinmune de tipo II y también en las personas de edad más avanzada, pudiendo evolucionar hacia esta enfermedad en pocos años.

Causas de la hepatitis autoinmune

Se cree que los factores genéticos y los ambientales, se combinan para dar lugar a la enfermedad. Sin embargo, esto por sí solo no explica por qué el sistema inmunitario se altera atacando al propio organismo, en este caso, al hígado.

Como sucede con otras enfermedades autoinmunes, los factores genéticos y ambientales podrían estar detrás de la hepatitis autoinmune.

Hay una hipótesis extendida que explica que un factor ambiental desencadena una reacción de hechos modulados por los linfocitos T citotóxicos que se dirigen contra los antígenos hepáticos. Si hay una carga genética por parte del paciente, se genera un proceso de necro inflamación y fibrosis hepática.

Entre los agentes desencadenantes, estos pueden ser infecciosos, tóxicos, farmacológicos e incluso ciertos productos de herboristería.

Tratamiento de la hepatitis autoinmune

A la hora de tratar la hepatitis crónica autoinmune la medicina tradicional se basa en el uso de medicamentos inmunosupresores. Inicialmente se utilizan los corticoides, sobre todo la prednisona, que permite una rápida mejoría en el 90% de los enfermos. Con objeto de mejorar la respuesta y lograr también utilizar dosis menores de corticoides, pueden añadirse al tratamiento otros inmunosupresores, como azatioprina, ciclosporina, tacrolimus o micofenolato.

Por su parte, la medicina biológica, centrada en un enfoque global, se sirve de diferentes tipos de técnicas para regular el organismo como es el caso de la biomedicina inmunogenética y la hipertermia molecular.

De esta forma consigue modificar el medio interno, apoyándose también en las medidas nutricionales, como el aporte de vitamina C, la desacidificción y la regulación del sistema inmunitario que nos permitirá parar el proceso patológico de la enfermedad.