Lupus eritematoso sistémico
El lupus eritematoso sistémico es una enfermedad autoinmune y crónica que se caracteriza porque en ella el sistema inmunitario ataca al colágeno.
El colágeno es una proteína presente en la piel, huesos, ligamentos, tendones, cartílagos, tejido adiposo y hematológico y los órganos, que mantiene unidos nuestros tejidos conectivos. El lupus eritematoso sistémico ataca al colágeno de estos tejidos haciendo que pierda elasticidad y provocando que consecuentemente empeore o desaparezca su funcionalidad.
El lupus provoca inflamación y dolor en los tejidos a los que afecta.
Tipos de lupus
Existen cuatro tipos de lupus y de ellos, el lupus eritematoso sistémico es el más frecuente.
- Lupus eritematoso sistémico: es el más grave puesto que puede afectar a prácticamente cualquier órgano o sistema del cuerpo, incluidos los vasos sanguíneos, músculos, articulaciones, pulmones, sistema digestivo, corazón, riñones o sistema nervioso central.
- El lupus discoide: afecta a la piel provocando erupciones cutáneas que habitualmente aparecen en la cara, el cuero cabelludo y el cuello, pudiendo provocar cicatrices. Puede aparecer al exponerse a la luz solar, y sus síntomas desaparecen al eliminar la causa que los provoca.
- El lupus inducido por medicamentos: es un tipo de lupus que es causado como reacción a uno o varios medicamentos. Tal y como sucede con el lupus discoide, una vez que se suspende el medicamento, los síntomas habitualmente cesan.
- El lupus neonatal: es una enfermedad poco común que puede adquirirse durante la lactancia si la madre padece lupus eritematoso sistémico y transmite sus anticuerpos al bebé. Como consecuencia del lupus neonatal, el bebé puede padecer problemas cardíacos congénitos, erupciones en la piel, bajo recuento de sangre y / o problemas de hígado. Sin embargo, la mayoría de los recién nacidos de madres con lupus eritematoso sistémico no la contraen.
Síntomas del lupus
Los síntomas de lupus tienden aparecer y desaparecer, pues se trata de una enfermedad crónica de brotes y remisiones. Además, los síntomas varían de una persona a otra.
No obstante, entre los síntomas más comunes del lupus encontramos: dolor articular con o sin inflamación; dolores musculares; cansancio extenuante; fiebre; erupciones cutáneas en forma de mariposa sobre la nariz y las mejillas u otro tipo de erupciones en la piel; pérdida o aumento de peso no justificado; anemia; dificultad para concentrarse; pérdida de memoria; dolor en el pecho al respirar; fotosensibilidad; alopecia, problemas renales o coloración púrpura o pálida en los de dos de las manos.
Junto con estos síntomas, existen otros, menos frecuentes, pero también característicos del lupus eritematoso: irritación ocular; convulsiones; coágulos de sangre; llagas en la boca o nariz; dolores de cabeza y migrañas; mareos o depresión, entre otros.
Causas del lupus
El componente genético, es tal y como sucede con otras muchas enfermedades autoinmunes, un factor que genera cierta predisposición a desencadenar la enfermedad. Junto con este, influyen igualmente los siguientes factores:
- Factores ambientales: los rayos del sol o luz fluorescente; ciertos antibióticos; ciertos químicos como la tetraciclina; el estrés emocional; el estrés físico o las infecciones y los virus.
- Factores hormonales: la producción de estrógenos podría estar relacionada con el lupus eritematoso, algo que explicaría por qué el 90% de las personas que padecen esta enfermedad son mujeres.
Existen factores genéticos, hormonales y ambientales que pueden desencadenar el lupus eritematoso sistémico.
Tratamiento del lupus
A pesar de que no existe una prueba específica y concluyente que permita diagnosticar el lupus, como sí sucede con otro tipo de enfermedades autoinmunes, la medicina biológica determina su diagnóstico a través de la búsqueda de los factores genéticos y ambientales que pueden resultar desencadenantes de esta enfermedad autoinmune.
Tras una exploración física de los tejidos afectados, una completa analítica específica de sangre y un análisis histológico del paciente, así como el análisis de los anticuerpos antinucleares y antifosfolipídicos, entre otros, la medicina biológica es capaz de determinar si el paciente padece o no lupus eritematoso.
La medicina biológica realiza un análisis dermatológico de los tejidos afectados por la enfermedad, así como de una analítica para determinar el diagnóstico del lupus.
Posteriormente, y en caso de ser positivo, llevará a cabo el diseño de un tratamiento personalizado cuyo objetivo sea la regulación del sistema inmunitario del paciente con el fin de acabar con el lupus, o como mínimo, controlar la enfermedad.