Espondilitis anquilosante
La espondilitis anquilosante es una enfermedad autoinmune que hace que, a consecuencia de un fallo en el sistema inmunitario, éste ataque a las vértebras de la columna vertebral provocando su inflamación y rigidez progresiva y haciendo que, en definitiva, se comporte como una artritis crónica de la columna vertebral. Esta enfermedad crónica se conoce también como el síndrome de Guillermo Tell.
La espondilitis anquilosante se caracteriza porque aparece especialmente en personas jóvenes, sobre todo hombres en torno a los 35 años.
La espondilitis anquilosante afecta a 7 de cada 100.000 personas en España.
Síntomas de la espondilitis anquilosante
La espondilitis anquilosante, que forma parte de las enfermedades llamadas espondiloartritis, entre las que se encuentran la artritis reactiva, artritis psoriásica o la artritis de la enfermedad inflamatoria intestinal, provoca dolor y rigidez localizados en la mayor parte de los casos en la base de la columna, donde ésta conecta con la pelvis. Con el tiempo, las vértebras afectadas se pueden llegar a unir. Esa rigidez también puede localizarse en la zona cervical.
La rigidez cervical provocada por la espondilitis anquilosante puede llegar a provocar la pérdida de la movilidad del cuello por completo.
Una de las características de quienes padecen espondilitis anquilosante es que no pueden permanecer más de 5 horas seguidas en la cama, puesto que, si lo hacen, experimentan dolor. Dolor que remite cuando se ponen en movimiento.
Quienes padecen espondilitis anquilosante pueden perder movilidad y flexibilidad en la columna con el paso del tiempo, provocando incluso que caminen jorobados hacia delante.
En muchas ocasiones, la espondilitis anquilosante está relacionada con problemas de carácter dental. Es muy frecuente que los pacientes que padecen espondilitis anquilosante, tengan algunos cordales incluidos. Por eso es muy importante cuando se inicia el tratamiento de esta enfermedad hacer un estudio dental ya que la extracción de los cordales podría ser imprescindible para controlar la enfermedad.
Otras partes del cuerpo que pueden verse afectadas por quienes padecen esta enfermedad, son:
- Ciertas articulaciones: hombros, rodillas y tobillos, que pueden inflamarse y doler.
- Las articulaciones intercostales y el esternón, de manera que no sea posible expandir completamente el tórax.
- El ojo: que puede presentar inflamación y enrojecimiento.
- La piel: con afecciones como la psoriasis.
- Los intestinos: pudiendo aparecer colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn.
Además, también es posible que el paciente experimente fatiga y cansancio generalizado.
En ocasiones los síntomas son recurrentes, aunque no periódicos, de manera que pueden pasar meses hasta que los síntomas vuelven a aparecer, pudiendo los enfermos de espondilitis anquilosante llevar durante ese tiempo una vida normal y sin dolor.
Causas de la espondilitis anquilosante
Se desconoce la causa de la espondilitis anquilosante sin embargo la mayoría de las personas que la padecen tienen un resultado positivo para el gen HLA B26+. Este factor, unido a los factores externos y a un mal funcionamiento del sistema inmunitario terminan por desencadenar la enfermedad.
Por otro lado, hay evidencias, y todavía se está estudiando, de que una infección bacteriana podría estar detrás de la espondilitis.
Tratamiento de la espondilitis anquilosante
La medicina tradicional trata a menudo la espondilitis anquilosante con medicamentos como los antiinflamatorios no esteroides para reducir la inflamación y el dolor.
Por su parte, la medicina biológica se centra en el tratamiento local del dolor aplicando para ello técnicas como la hipertermia, la mesoterapia, la crioelectroforesis, la terapia neural…, que son altamente eficaces para controlar el dolor y no provocan efectos secundarios. Posteriormente la medicina biológica se centra en regular el sistema inmunitario para que deje de agredir a la columna y pueda parar el proceso de la enfermedad.
No obstante, hay que tener en cuenta que de forma complementaria a cualquier tipo de tratamiento los síntomas de esta enfermedad mejoran considerablemente a través de la práctica deportiva que permite mantener la musculatura del tronco fuerte y elástica.